martes, 28 de marzo de 2017

MIGUEL HERNÁNDEZ, EL POETA HUERTANO

Hoy, 28 de marzo, se cumplen 75 años de su muerte. “Miguel era tan campesino que llevaba un aura de tierra en torno a él…”- cuenta en sus memorias (Confieso que he vivido) Pablo Neruda. “Me contaba cuentos terrestres de animales y pájaros…Me narraba cuán impresionante era poner los oídos sobre el vientre de las cabras dormidas…Otras veces me hablaba del canto de los ruiseñores…”.


“Lo primero que leí fueron novelas de Luis de Val [Valencia, 1867-1930] y Pérez Escrich [Valencia, 1829-Madrid, 1897] (novelas por entregas como Los ángeles del hogar o El cura de la aldea)…”- contó Miguel Hernández.


Muchos de su primeros poemas están firmados “En la huerta”, seguidos de la fecha, como “¡Probe Juanica! ¡Probe güertana!/Por la sendica pal cementerio la han llevao muerta/esta mañana…” (Al verla muerta. En la huerta, 6 de febrero de 1930).

“¡Marzo viene! ¡Viene Marzo! El astro/ de rubios cabellos, la huerta satura y orea./Son las brisas tibias y llenas de efluvios…/¡Marzo! ¡Viene Marzo!¡Bienvenido sea!...”. (¡Marzo viene…!. En la huerta, 28 de febrero de 1930).

El titulado Ofrenda (Orihuela, 28 de mayo de 1930), se lo dedica a “Don José Mª Ballesteros, con toda la admiración y el respeto que siente hacia él este inculto pastor”. Ballesteros acababa de  publicar Oriolanas. Cuadros y costumbres de mi tierra [Orihuela, donde había nacido en 1897]. “…aquel libro-tesoro/de aromas…/¡Huerta: ya en tus naranjos hay otro ruiseñor!”.

A Juan Sansano, “eminentísimo poeta de Orihuela” le dedica – con fecha 11 de octubre de 1930- La bendita tierra. “Para que aspire, aunque levemente, los enervantes aromas de la maravillosa huerta oriolana”. “…¡Huerta oriolana, la que adoro!.../Lienzo que engarza entre sus hilos/jardines ebrios de albahacas,/álamos claros y tranquilos, /olmos, morales y barracas/…”.

A Ramón Sijé, le dedica Insomnio, en 1930. “Por tener juventud y ser levantino y soñador como yo”.

En sus primeros poemas, habla de la barraca oriolana, “el alma de la huerta”; del “huertanico”… Hay un delicioso poema, quizá menos conocido, lleno de humor, en el que pide a sus paisanos oriolanos en “carta abierta” que le ayuden para publicar su libro de poemas, mientras intenta apartar a sus cabras de la finca de un huertano enfadado: “A vosotros me dirijo/ desde esta carta “arrimada”,/ que escribo, teniendo por/ mesa el lomo de una cabra/ en la milagrosa huerta/ mientras cuido la manada…”. Y continúa: “(¡Ay! Perdonadme un momento./ Voy a echarle una pedrada/ a la Luná, que se ha ido/ artera a un bancal de habas,/ y el huertano dueño de ellas/ me está gritando desgracias…”. A pesar de las interrupciones, consigue comunicar cuál es el objetivo de sus letras: “Y me dirijo así, para/ deciros que pienso hacer/ con poesías de las dadas/ a la luz y de las que están/ sin ver la luz para nada/ -que son bastantes-,  un libro”. Y finaliza: “Hablaré más a las claras,/ Que os pido, ¡eso es!, que os pido/ una peseta – no falsa-,/ un duro, ¡lo que queráis!/ para poder ver mis ansias/ satisfechas…”. El poema (A todos los oriolanos) está firmado “En la huerta, 1 de febrero de 1931”.


Será a principios de 1933 cuando la editorial Sudeste, de Murcia, le edite su primer libro, Perito en lunas, que quiso llamarse Poliedros, muy influido en ese momento por el ultraísmo, el simbolismo y la escritura de Gabriel Miró. Pero su primer poema, Pastoril, había aparecido en el periódico El Pueblo, de Orihuela, el 13 de enero de 1930. Comienza así: “Junto al río transparente/que el astro rubio colora/y riza el aura naciente/llora Leda la pastora…”. Está fechado “En la huerta, a 30 de diciembre de 1929”.

El paisaje y la naturaleza forman parte importante de estos primeros poemas: En Canto exaltado de amor a la naturaleza exhorta a eso: a amar la naturaleza. “Con la humildísima grandeza/del santo Francisco de Asís,/amemos a Naturaleza(…)”, comienza. Y termina: “Amemos todo lo que es/parte de la Naturaleza!”. 

Y en Tempestad, relata: “En un árbol, metido, no oso/yo -el hatajo a mis pies-, la voz/levantar. Oigo a la natura/que, entre el agua que cae veloz, /habla y llora, canta y murmura”.

Mientras cuida del hato, lee; junto a un ciprés, acostado en la hierba, sentado…, hasta que no queda luz. De la observación y del camino nacen muchos de sus poemas; de la soledad, de la melancolía…, al atardecer.


En 1931 viaja a Madrid por vez primera… 

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