sábado, 3 de mayo de 2014

CARTAS DE VICENTA LORCA A SU HIJO FEDERICO


Son 34 cartas que se publican por primera vez completas (la primera que se conserva está fechada el 28 de octubre de 1920; la última con fecha es del 1 de diciembre de 1933), “textos que nunca fueron escritos para que vieran la luz”- como explica en la introducción Víctor Fernández, su editor.

“Mi madre, a quien yo adoro, es maestra. Dejó la escuela por las galas de labradora andaluza, y ha leído en alta voz por las noches para todos, y no ha desmayado un momento en este amoroso afán por la cultura” – dirá Federico en una carta a Carlos Martínez-Barbeito.
“Uno de los más tiernos recuerdos de mi infancia es la lectura del Hernani de Víctor Hugo  en la gran cocina del cortijo de Daimuz [en Valderrubio, uno de los lugares favoritos de Federico] para gañanes, criados y la familia del administrador. Mi madre leía admirablemente…”- cuenta en otra ocasión.


Su madre se preocupa por él, lo alienta y le “tapa” frente a su padre. “Me parece muy bien que no hayas tomado más que dos asignaturas para que seriamente cumplas con ellas y no descuides tu Literatura…la carrera por excelencia para ti y para mí”. “ …tu padre, que ya sabes que es buenísimo, pero que nos está costando trabajo que se convenza de ciertas cosas porque seguramente él pensaba en otras…”.“Yo no quiero que abandones lo tuyo, lo que te gusta…cuéntame a mí sola en una cartita”.

Disfruta haciendo un seguimiento de los progresos literarios de su hijo: “que te traigas las cosas que tengas hechas para que las veamos”. “Tengo unas ganas locas de conocer lo que estás haciendo”. “Dime si tus preocupaciones  son porque no consigues en tus cosas el resultado que tú quisieras aunque trabajes, o son preocupaciones de público o porque no estés satisfecho de ti mismo porque lo quieras mejor todavía”.

A veces le reprocha: “Tú no has nacido más que para hacer lo que a ti te agrada y trepe el que trepe”.  Parece que su hijo acostumbra a dejar las cosas “para mañana”: “Te cansas de tus cosas y acabas porque nada te gusta y de ahí nace tu apatía y tu dejadez”. Y le apremia: “No pierdas el tiempo”, “Que el tiempo vuela y muy pronto cumplirás veintitrés años y es la hora de trabajar y lanzarse decididamente a ser”. “…Te veamos pronto en plan de ganar dinero; ya te irás tú convenciendo de que sin ese señor tan necesario no se puede vivir”.  “Ya tienes edad y condiciones para demostrar con hechos que eres grandecito”. “Aprende a irte acostumbrando a manejarte tú solico con lo que ganes”.

Otras le demanda un poco de atención: “No puedes dedicarnos de vez en cuando siquiera diez minutos para que sepamos de ti”. “Contesta pronto, aunque sea poquito”. Cuando no pueda ser una carta extensa, una tarjeta al menos.

También queda sitio para cosas de la “intendencia”: “Habrás recibido cien pesetas que te ha mandado papá para tus gastos particulares”…”Hoy te ha girado papá cien pesetas para que te compres calzado”. “Lo que no me gusta (como siempre) es el pelo tan largo”.

Le conoce muy bien: “Eres el hombre que siempre lleva la alegría consigo”, pero “No tienes mucha calma para estas cosas (machacar en el inglés mientras está en Estados Unidos).

En 1931, Federico se instala en su nueva casa, un ático en la calle Ayala número 60. “Yo creo que cuando esté Paquito (su hermano menor) contigo debéis tener las cosas necesarias y arreglaros vosotros el desayuno y la merienda, y que la portera os limpie los cacharros…No tienes costumbre de esas cosas”. “Ya estoy harta de que estemos separados sin que tengáis vosotros colocación fija, pues yo creo que lo pasáis mal y al mismo tiempo hay el peligro de una enfermedad y que os encontréis solos”.

En 1933, cuando él se va a Argentina, la madre le informa de los avatares políticos: “Azaña cayó, entró Lerroux y duró veintiún días y después a ninguno de los que llaman puede formar gobierno, así es que no se sabe lo que va a pasar…”. 

Si queréis leer más sobre “madres” y “maternidad”: http://quefluyalainformacion.blogspot.com.es/2012/11/maternidad-y-creacion-ser-madre-y.html. Madres escritoras.

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