sábado, 31 de diciembre de 2011

NUEVA YORK, DIARIO DE VIAJE. CON MAEVE BRENNAN

EN MANHATTAN CON “THE LONG WINDED LADY”

Maeve Brennan escribió para las revistas Harper´s Bazaar y The New Yorker.
La escritora, de origen irlandés, pero residente en Nueva York desde la década de 1940, empezó a colaborar como comentarista de moda en la revista Harper´s Bazaar. Luego, escribió crónicas urbanas para la sección “The Talk of the Town” de la revista The New Yorker. Utilizaba el seudónimo “The Longwinded Lady”, "la dama prolija" .


“La dama prolija” decía que “lo ignoraba todo del Upper West Side”... Vive en distintos hoteles de distintos barrios, entre las calles 10 y la 86, frecuentemente en la 49.Trabaja en un edificio del midtown y los días laborables suele salir del hotel hacia las siete de la mañana para ir a su oficina.

La “arquitectura sin nariz”

Sus columnas en la revista The New Yorker entre los años 1953 y 1968 están salpicadas de gustos personales, de pequeñas noticias autobiográficas, de lugares, de personas…

En ellas constata la evolución y desarrollo de la ciudad, los derribos y desaparición de edificios, ese “ogro llamado Espacio Para Oficinas” que lo invade todo; la dama  prolija, en sus paseos, documenta los cambios en la ciudad, en su arquitectura. “Los urbanistas de la ciudad lanzan zonas enteras al limbo durante largos periodos -a veces décadas-, antes de que entren realmente los obreros del derribo”, anuncia en 1967. “Las palabras “Van a derribar el edificio” se oyen muy a menudo en las conversaciones de Nueva York”. “Vestigios arquitectónicos, errores arquitectónicos y experimentos arquitectónicos” conviven, a menudo, en la misma calle. “Los edificios son muy altos; componen la repentina oscuridad de Nueva York -sin cielo“.

Testifica también sobre los automóviles invadiendo la ciudad: “Hileras e hileras de coches aparcados a lo largo de las aceras… parachoques con parachoques, apoderándose de toda la vida y el espacio del lugar”.

Ella es una espectadora privilegiada que, desde los años 40, mira con atención lo que ocurre a su alrededor. “El año que viene -escribe en 1968- no habrá Calle 48. Ya han derrumbado una serie de casas, y en los días laborables, esta calle está llena del asfixiante polvo blanco de los derribos. La Calle 48 está desapareciendo”. “Están arrasando esa zona de la Calle 49 y la 50 para hacer sitio al último edificio de oficinas Rockefeller, un rascacielos de 54 plantas…”. “Los gigantes del Espacio de Oficinas que se están levantando por todo Manhattan… a ras de suelo, están entregados a los bancos y las grandes marcas… Las lisas y estrechas calles creadas por los rascacielos de oficinas son mortíferas para andar  a la luz del día, y de noche son mudas y peligrosas”.


Una vía para entrar a la ciudad de Nueva York: hoteles, restaurantes y tiendas

Maeve Brennan nunca vivió en el mismo lugar durante mucho tiempo. Cambia de hotel constantemente.  Para ella, dormir en los hoteles los convierte en (lugares) familiares. En los restaurantes, constata que, poco a poco, “el anfitrión ya no es el propietario”… Con el paso del tiempo, algunos hoteles cambian de uso y  otros desaparecen.

“Es en la vida cotidiana, buscando restaurantes, tiendas  y un lugar donde vivir, cuando encontramos nuestra vía para entrar en la ciudad”. Porque Nueva York, al decir de Maeve/la dama prolija “no es una ciudad hospitalaria… Es agitada, ruidosa y descuidada; es un lugar duro, ambicioso e irresoluto…”.

En 1944,  el Village estaba apenas construido. En 1968 se construye uno de los últimos rascacielos del Rockefeller Center.


Qué queda en 2011 de sus lugares favoritos

En diciembre de 2011, aún quedaban “brownstones”  (“casas altas y esbeltas del siglo XIX, los edificios más bonitos de todos”) repartidos por la cuadrícula de Manhattan. El “pequeño hotel Earle” de sus tiempos es ahora el Washington Square Hotel.  Y “la maravillosa franja que va desde el arco de Washington Square hasta el uptown y a lo lejos”, intacta en 1966, cuarenta y cinco años más tarde sigue intacta -es la 5ª Avenida-, pero está tapiada … por un árbol de navidad. La Quinta Avenida sigue siendo “bonita, amplia y satisfactoria en todos los aspectos”. Continúa Lord & Taylor. En cuanto a la Avenida Madison, su avenida favorita, no estoy capacitada para decir si es, si sigue siendo, “el mejor trayecto en autobús de la ciudad”.


Lo que no he conseguido descubrir es ningún ailanto, el árbol del cielo “que crece en Brooklyn”. Quizá sea que no he ido a los lugares adecuados…

*Crónicas de Nueva York. Maeve Brennan. Ediciones Alfabia, Barcelona, 2011. Prólogo y traducción de Isabel Núñez.

Nota. Maeve Brennan murió en 1993 en una clínica de reposo. Tenía 76 años y llevaba dos décadas sin escribir aquejada de brotes psicóticos y alcoholizada. En una de sus columnas titulada “En la mediana”, se pregunta sobre una mujer borracha que deambula por la calle: “¿Cómo llegaría a esa situación de desamparo…?”.